Por: Miguel M. Benito
May 13, 2010 ⋅
May 13, 2010 ⋅
En la columna Mi arma es más larga que la tuya publicada en diario El Espectador el pasado 8 de mayo de 2010 Felipe Restrepo Pombo pensaba una pausible reunión del eje bolivariano continental, en la que Evo, Cristina, Rafael y Daniel se verían obligados a escuchar alguna larga perorata, de esas a las que acostumbra, de Hugo Chávez. Muy en la línea de los populares vídeos de Internet de La Isla de los Presidentes, (si no los han visto, háganlo). Supone el señor Restrepo Pombo que uno de los temas favoritos del líder venezolano debe ser su armamento. Todo ese aparataje bélico que ha comprado y que exhibe en cuanto le dejan. Las implicaciones psicoanalíticas de esto, también eran apuntadas en aquella columna.
Pero tras la parte jocunda –al menos en apariencia- de su texto, el columnista pasaba a hacer algunas reflexiones aplicables a la actualidad colombiana, o por decirlo con absoluta claridad, a las elecciones presidenciales. Las conclusiones a las que llegaba eran muy similares a las de Rudolf Hommes en la columna Lecciones equivocadas de la historia publicada el 30 de abril de 2010 en el diario El Tiempo.
Ambos se alineaban con claridad en apoyo decidido de Antanas Mockus, validando las palabras del candidato verde de que con Chávez aplicará prudencia y diplomacia para restañar las maltrechas relaciones binacionales. Suena bien ¿no? La receta es buena si no fuera porque no atiende a lo que ha sido la historia reciente.
En ese alineamiento de los columnistas con Mockus –muy común estos días, como ha revelado un artículo de la revista Semana-, se incurre en ciertas dosis de tremendismo: “o Mockus o la guerra”. Más o menos es lo que dicen Restrepo Pombo y Hommes. Tras rápido repaso de las declaraciones de todos los candidatos presidenciales, concluyo que ninguno incluye entre sus propuestas de gobierno la guerra con Venezuela. De hecho, todos han hablado de la necesidad de mejorar las relaciones bilaterales. Pero, eso sí, partiendo del respeto que el gobierno de Venezuela debe mantener a las decisiones soberanas de los colombianos y a la conducción de sus asuntos internos. Y, tirando de hemerotecas, podemos ver que las palabras del canciller Bermúdez sobre las relaciones colombo-venezolanas invariablemente ante casi cualquier incidente han sido -¿adivinan?-: diplomacia y prudencia.
O sea que la posición del Profe Mockus es un lugar común a toda la clase política colombiana. Respuesta que no compromete, suena bonita, y parece apropiada para una competencia de reinas de belleza. Para ser alguien de una brillantez tan gigantesca como nos dicen sus aduladores posee el antiguo alcalde de Bogotá, ha dicho exactamente lo mismo que sus vulgares contendientes –según opinión de los mismos analistas para nada imparciales-. Pero sin una explicación detallada sobre cómo va a distender las relaciones con Venezuela se queda en salto al vacío. Lo que en política exterior es una imprudencia.
Felipe Restrepo Pombo parece olvidar dos elementos que es mejor no olvidar. Primero, que los sobresaltos en las relaciones bilaterales han sido mayoritariamente provocados por el caudillo Hugo Chávez. Y, la opción “diálogo, diplomacia y prudencia”, la bienintencionada propuesta de de Mockus, no ha tenido mucho éxito hasta la fecha. Lógico, dos no dialogan si uno no quiere, no escucha y persiste en sus soflamas incendiarias. Porque si algo hemos podido comprobar durante los once años de gobierno Chávez no se caracteriza ni por la prudencia, ni por la diplomacia ni por el diálogo.
Al presidente de Venezuela ya deberíamos conocerle todos, y sin embargo, con sorpresa y preocupación constatamos que Antanas Mockus –y su legión de afines- no lo hacen. Estos están más preocupados en culpar a Santos que en advertir sobre la realidad de las cosas. Como decía, sorpresa y preocupación.
Fuente: HACER
Pero tras la parte jocunda –al menos en apariencia- de su texto, el columnista pasaba a hacer algunas reflexiones aplicables a la actualidad colombiana, o por decirlo con absoluta claridad, a las elecciones presidenciales. Las conclusiones a las que llegaba eran muy similares a las de Rudolf Hommes en la columna Lecciones equivocadas de la historia publicada el 30 de abril de 2010 en el diario El Tiempo.
Ambos se alineaban con claridad en apoyo decidido de Antanas Mockus, validando las palabras del candidato verde de que con Chávez aplicará prudencia y diplomacia para restañar las maltrechas relaciones binacionales. Suena bien ¿no? La receta es buena si no fuera porque no atiende a lo que ha sido la historia reciente.
En ese alineamiento de los columnistas con Mockus –muy común estos días, como ha revelado un artículo de la revista Semana-, se incurre en ciertas dosis de tremendismo: “o Mockus o la guerra”. Más o menos es lo que dicen Restrepo Pombo y Hommes. Tras rápido repaso de las declaraciones de todos los candidatos presidenciales, concluyo que ninguno incluye entre sus propuestas de gobierno la guerra con Venezuela. De hecho, todos han hablado de la necesidad de mejorar las relaciones bilaterales. Pero, eso sí, partiendo del respeto que el gobierno de Venezuela debe mantener a las decisiones soberanas de los colombianos y a la conducción de sus asuntos internos. Y, tirando de hemerotecas, podemos ver que las palabras del canciller Bermúdez sobre las relaciones colombo-venezolanas invariablemente ante casi cualquier incidente han sido -¿adivinan?-: diplomacia y prudencia.
O sea que la posición del Profe Mockus es un lugar común a toda la clase política colombiana. Respuesta que no compromete, suena bonita, y parece apropiada para una competencia de reinas de belleza. Para ser alguien de una brillantez tan gigantesca como nos dicen sus aduladores posee el antiguo alcalde de Bogotá, ha dicho exactamente lo mismo que sus vulgares contendientes –según opinión de los mismos analistas para nada imparciales-. Pero sin una explicación detallada sobre cómo va a distender las relaciones con Venezuela se queda en salto al vacío. Lo que en política exterior es una imprudencia.
Felipe Restrepo Pombo parece olvidar dos elementos que es mejor no olvidar. Primero, que los sobresaltos en las relaciones bilaterales han sido mayoritariamente provocados por el caudillo Hugo Chávez. Y, la opción “diálogo, diplomacia y prudencia”, la bienintencionada propuesta de de Mockus, no ha tenido mucho éxito hasta la fecha. Lógico, dos no dialogan si uno no quiere, no escucha y persiste en sus soflamas incendiarias. Porque si algo hemos podido comprobar durante los once años de gobierno Chávez no se caracteriza ni por la prudencia, ni por la diplomacia ni por el diálogo.
Al presidente de Venezuela ya deberíamos conocerle todos, y sin embargo, con sorpresa y preocupación constatamos que Antanas Mockus –y su legión de afines- no lo hacen. Estos están más preocupados en culpar a Santos que en advertir sobre la realidad de las cosas. Como decía, sorpresa y preocupación.
Fuente: HACER
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