Por: Samuel Ángel
Investigador y columnista.
La esquizofrenia es una enfermedad que se manifiesta de muchas formas una de ellas es tener doble personalidad, como su nombre lo dice una división o escisión en la mente. O a la manera de la Anfisbena, animal mitológico para los griegos, una serpiente de dos cabezas descrita por Borges en “El libro de los seres imaginarios”.
Esta característica es propia de las actuaciones del grupo terrorista comandado por Alfonso Cano. Las FARC siempre han tenido y actualmente también, una actitud mentirosa y doble con el país y con el mundo.
La estrategia de usar la imagen de Simón Bolívar como símbolo de su lucha es un mentís a la persona del libertador, siendo el secuestro y la muerte los métodos para cambiar la sociedad según ellos, se manifiestan claramente como traidoras al ideario del libertador.
La “buena voluntad fariana” de lucha por el pueblo se sostiene paradójicamente en uno de los negocios más macabros de la historia contemporánea de la humanidad, el narcotráfico. Las FARC están involucradas en todas las etapas de la economía de la droga, consagrando a ella gran parte de sus actividades. La computadora de Sonia quien tenía como base de operaciones a Cartagena del Chaira en la antigua zona del Caguan, guerrillera extraditada a los Estados Unidos, ha permitido calcular la magnitud de los recursos provenientes de la economía de la droga. Entre el 2003 y el 2007, la disminución de los secuestros y la extorción hacen que la generación de recursos por el narcotráfico supere el 60% e incluso el 70% de la financiación total del terrorismo.
Iván Márquez, decía en mayo de 2004, a través de Resistencia Internacional, Edición número 32, que el presidente Uribe no escucha ni siquiera al Papa en lo referente al acuerdo humanitario. Simultáneamente, las FARC estaban realizando un ataque armado con más de 400 insurgentes del frente 27 al mando de alias Efrén y Pitufo en Vista Hermosa, murieron dos soldados, un suboficial resulto herido.
No solamente arrebatan la libertad, sino también la vida de quien secuestran, como ocurrió con el ex gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria Correa y el ex ministro Gilberto Echeverri Mejía el 5 de mayo de 2003 y los 11 diputados del valle asesinados el 18 de junio de 2007. Las FARC al mismo tiempo expresan la mentira de atribuir estos hechos a un combate con la fuerza pública, que nunca ocurrió.
La reciente matanza a los indígenas en Nariño, el carro bomba de Cali, los frecuentes artefactos explosivos en Bogotá, y el comunicado interceptado a Alfonso Cano donde da las pautas de actuación del denominado plan renacer: poner campos minados, usar francotiradores, infiltrar las fuerzas militares, mientras paralelamente están presionando por el acuerdo humanitario con la venia y el apoyo de la honorable senadora Piedad Córdoba, son también muestra de estas actitudes esquizoides. Pero Colombia no le cree a las FARC, no quiere el mal llamado acuerdo humanitario, quiere que se rindan. Colombia quiere seguir creciendo, a las FARC les decimos, no más.